El único modo de lograr que el duende las deje tranquilas es que realicen acciones como no bañarse o cualquier práctica antihigiénica que le luzca repulsiva al duende, provocando que se distancie de ellas y emitiendo un ruido muy atronador. La leyenda dice que es un duende enamorado que les tira pequeñas pidresitas a las muchachas que le gustan. Esta leyenda narra la historia de un espíritu que se encariña de las féminas más jóvenes del lugar, las acosa y no las deja de molestar hasta que las deja solteronas.